jueves, 5 de junio de 2014

Corrientes universitarias argentinas

 Aritz Recalde, junio 2014
Actualmente existen dentro del sistema de educación superior, al menos, tres modelos de organización de la universidad, que son el liberal, el reformista y el nacionalista popular. Pese a no ser excluyentes en su totalidad, las tres concepciones académicas, ideológicas y políticas, van perfilando maneras distintas de organizar la enseñanza, la investigación, la extensión y la transferencia.
La universidad liberal
Tradicionalmente, la universidad liberal desarrolló la función de enseñanza y en menor medida, las otras tres. La oferta de carreras se orienta hacia las demandas del mercado concentrado y de la empresa trasnacional y es por eso que sus carreras son, principalmente, las de economía y de derecho -propias de un país de servicios, dependiente y agroexportador-.
La tarea investigación se programa hacia el mediano y el largo plazo, cuestión que no la hace una actividad rentable para la universidad. A partir de acá, que la institución liberal es más proclive a la transferencia y a la venta de servicios, que a la inversión de dinero y de recursos humanos en investigación.
La función de extensión y de cooperación, suelen ser inexistentes y ocupan un lugar secundario.
La institución oficia como un instrumento de separación de clases sociales, al impedir por intermedio de altos aranceles y de exámenes de ingreso, el acceso de los grupos de bajos recursos. La universidad educa a la clase dirigente proveniente de la oligarquía y les enseña los valores europeístas y norteamericanos denominados “universales”.
La universidad reformista
El reformismo se propone transferir la soberanía de las decisiones desde el capital concentrado, hacia la clase media que cogobierna la universidad. El cogobierno existe en la medida que lo financie el Estado con el esfuerzo social del pueblo argentino y es por eso, que éste modelo guía la vida universitaria de las universidades estatales y no así, la de las privadas.
La oferta de carreras queda sujeta a las decisiones del cogobierno, cuestión que puede favorecer el desarrollo de áreas culturales y científicas importantes. Por otro lado, la planificación autónoma de las ofertas académicas, puede derivar en un aislacionismo que beneficia a los miembros de la institución y en menor medida, sirve al Estado y al pueblo que la financia.
El movimiento reformista original postuló la importancia de la extensión, cuestión que perdió espacio frente a un reformismo de cuño cientificista, dedicado a la acumulación de créditos académicos propios de la vida interna de la institución.
La tarea de la investigación aparece, generalmente, vinculada al interés del docente y/o cátedra, quien es el que define los temas y las agendas. Es la institución aplicando sus propios parámetros, quién precisa las prioridades de investigación. Ello puede implicar una desvinculación de la investigación, con la necesaria utilidad social, económica y política que debería tener.
Frente a la tarea de transferencia y de venta de servicios, el reformismo se divide. El reformismo de izquierda considera que la transferencia es una forma de enajenar la soberanía de la universidad, que pasa hacia la empresa o al resto del Estado. Por el contrario, el reformismo cientificista considera ésta tarea como un instrumento de acumulación económica sumamente útil para la institución y su medio externo.
La universidad reformista es una institución de clase media y pese a que originalmente era un movimiento cultural original, deriva en un europeísmo de imitación.
El nacionalismo popular
Este modelo universitario es posterior al liberalismo (UBA 1821) y al reformismo (UNC 1918). Surge en parte, como una renovación de reformismo originario y fue planteado inicialmente por los integrantes de FORJA. El nacionalismo popular universitario fue llevado a la práctica desde el año 1948 con la apertura de la Universidad Obrera Nacional y a partir del 22 de noviembre de 1949 con la sanción de la gratuidad del sistema.
La oferta académica se organiza a partir del proyecto nacional independiente y su planificación es producto de una construcción de país soberano y antiimperialista. Las carreras son regionalizadas y se orientan a resolver los problemas y no son una mera reiteración de agendas académicas extranjeras (liberalismo), ni tampoco decisiones solamente de los docentes o estudiantes (reformismo).
El nacionalismo universitario es quien postuló teóricamente y en los hechos, la separación de las funciones de docencia y de investigación, atendiendo que ésta última es imprescindible para garantizar el salto tecnológico y productivo en todas las ramas de la industria.
La transferencia con el sector social y  productivo nacional, es una función central del modelo, favoreciendo la articulación entre el saber y la tarea productiva, tecnológica y cultural.  Con la finalidad de articular la universidad y la sociedad, la institución impulsa comisiones, consejos sociales y ámbitos con participación de sindicatos, cámaras empresarias nacionales y organismos del Estado y las organizaciones libres del pueblo.
El nacionalismo es “popular” ya que entendió que la universidad  tenía que favorecer la justicia social. La sanción de la gratuidad de la universidad, el impulso a estudiantes de América latina, la apertura de facultades obreras en distintas provincias y la planificación de horarios nocturnos para trabajadores, permitió el aumento de la matricula proveniente de sectores de bajos recursos.
La institución nacionalista impulsó la cultura del país y de Latinoamérica, promoviendo la consolidación de un pensamiento propio que recupera el conocimiento universal, para alcanzar aplicaciones y soluciones nacionales.   

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