miércoles, 25 de abril de 2012

YPF y la conciencia nacional

Aritz Recalde, abril de 2012
Publicado en Aluvion Popular

 “Es menester acelerar la marcha hacia el Junín y Ayacucho económicos, terminando así el ciclo que se inició en Buenos Aires el 1° de agosto de 1929 (nuevo San Lorenzo) en que YPF rompe los trust, tomando la dirección y el contralor del mercado del combustible liquido en la argentina. La juventud de hoy, generación que ha de reñir mañana los destinos de nuestra América, debe cumplir su tarea en la grande misión que le corresponde”. Enrique Mosconi

 “Ningún país es verdaderamente libre, si no ejerce plenamente el poder de decisión sobre la explotación, uso y comercialización de sus recursos y sobre el empleo de sus factores productivos. Por ello es necesario determinar las reglas del juego que habrán de regir la participación del capital extranjero y, una vez establecidas, asegurar su estabilidad y fundamentalmente hacerlas cumplir. El progreso económico dependerá exclusivamente de nuestro propio esfuerzo; de allí que el capital extranjero deba tomarse como un complemento y no como factor determinante e irremplazable del desarrollo”. Juan Domingo Perón

 “Otro gran Presidente argentino – el presidente Hipólito Yrigoyen – fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que desarrolló, desde entonces, una tarea muy importante en la República Argentina. Por eso quiero decirles que esto es una política de Estado: querer unirnos a todos los argentinos, cualquiera sea su pertenencia, acá no hay dueño de YPF, es de todos. YPF es de todos, esto quiero que lo tengamos muy claro. Y yo quiero convocar a sus trabajadores, a todos los que están hoy en el pozo, a sus estacioneros, a todos los hombres y mujeres que tienen responsabilidad, a que la Argentina tiene que seguir creciendo, tiene que seguir andando, a que cada uno en su puesto de lucha ayude a reconstruir esta gran empresa para todos los argentinos”. Cristina Fernández de Kirchner, abril de 2012

Ningún país es, ni será soberano políticamente, si su economía es subdesarrollada y dependiente del extranjero. La independencia económica de nuestro suelo patrio no se alcanzará sin antes industrializar la Argentina. En este marco, el petróleo y el conjunto de los recursos naturales, son patrimonios estratégicos sin los cuales el país no conseguirá la independencia económica y menos aún, la soberanía política. A partir de lo dicho, consideramos que la lucha por el autoabastecimiento energético encarada por Cristina Fernández con la propuesta de nacionalización del 51% de las acciones de YPF, es uno de los pilares sobre los cuales se organizará la segunda y definitiva independencia política, que es nuestro desarrollo integral.


YPF, interés público y soberanía
Con la finalidad de que el Estado recupere la soberanía política que estaba enajenada en manos del extranjero, el proyecto de ley en su artículo 1 establece:  Declárese de interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como la explotación, industrialización, transporte, y comercialización de hidrocarburos”. A partir de la declaración de interés público, las decisiones de política energética que anteriormente estaban en manos foráneas, regresan  a las organizaciones libres del pueblo y a sus representantes del Estado nacional. Las acciones de exploración, extracción, industrialización y distribución de combustibles, se pondrán al servicio del país.

YPF y la economía nacional
“La presión económica, aunque incruenta, ciñe más que la bélica”. Manuel Savio

Con la nacionalización, el Estado argentino busca garantizar en el corto, mediano y largo plazo, la energía del proceso de industrialización en marcha. La recuperación de la empresa que posee la participación mayoritaria en el mercado, le permitirá al Estado regular precios y garantizar el abastecimiento del sector productivo nacional.
El objetivo del autoabastecimiento, reconoce entre sus metas centrales la de frenar el creciente proceso importador en que está inmerso el país y que pagamos todos los argentinos. Cristina Fernández se refirió a ello en el discurso del anuncio de expropiación y sostuvo que “Después de 17 años de la política que se implementó desde que se desnacionalizó YPF en el año 1998, por primera vez en el año 2011, como ustedes pueden ver esa importante barra roja, nos convirtió en importadores netos de gas y petróleo con un déficit de 3.029 millones de dólares”.
Las ganancias de YPF en manos de REPSOL no se reinvertían en el país y por el contrario, derivaban en renta financiera y tal cual lo denunció Cristina Fernández, ello se vinculó a que “está el negocio petrolero y está el negocio también comercial y financiero. Precisamente cuando uno mira estos números, que hubo poco de negocio petrolero y mucho de negocio económico y financiero, sabe que por eso es muy necesario tener muy controlados y muy vigilados los dos frentes, como pasa en todas partes”. A partir de la nacionalización, las regalías de YPF van a capitalizar a la empresa petrolera Argentina, a la economía real de país y a la sociedad en su conjunto.

YPF y la cultura nacional
“Una nación que acepta la teoría librecambista de otra no es una nación, pues está favoreciendo, al desguarnecer su propio mercado, a la industria extranjera, y en consecuencia, frenando su propio desarrollo industrial, base de toda independencia nacional”. Juan José Hernández Arregui

La nacionalización de la empresa cuestiona de raíz los postulados ideológicos neoliberales que permitieron el saqueo del país. Con la recuperación de YPF, el gobierno generó un hecho político que interpela la cultura liberal y neocolonial y promueve un profundo sentimiento nacionalista y popular. Desde ahora y tal cual lo expresó la constitución nacional del año 1949, la propiedad privada debe cumplir una función social.

Asimismo, cabe destacar que YPF y como lo fue en sus orígenes, demandará la formación de nuevos planteles de investigación, de científicos y de aplicaciones tecnológicas nacionales.

YPF y el federalismo
El proyecto de nacionalización surgió con un claro sentido federal y es por ello, que incluye a las provincias en el Consejo Federal de Hidrocarburos (artículo 4) y en la administración del 49% de las acciones de la empresa (artículo 8). La posibilidad de consolidar un verdadero federalismo, va a depender de la articulación política entre las provincias y el proyecto nacional. Dicha unidad entre distintos niveles de gobierno, le da viabilidad real al federalismo y le otorga capacidad de decisión a las provincias frente  a la prepotencia de las empresas extranjeras.

YPF y la justicia social
La nacionalización tiene entre sus objetivos, los de regular un recurso del cual depende el valor de  la  energía eléctrica, el gasoil del transporte o el gas de las familias. Es por eso, que la utilización con fines de interés público del petróleo, tiene que permitir abaratar el costo de vida de los sectores populares, desacoplando el precio interno de las oscilaciones internacionales.

En es ésta línea, que el artículo 1 del proyecto se propone “garantizar el desarrollo económico con equidad social, la creación de empleo, el incremento de la competitividad de los diversos sectores económicos, y el crecimiento equitativo y sustentable de las distintas provincias y regiones”.


martes, 17 de abril de 2012

El periodismo y la conciencia nacional en Juan José Hernández Arregui

Aritz Recalde, abril 2012

están incorporadas al margen de mi voluntad, al proceso ideológico de la liberación nacional. Y a las ideas, señor, no se las encarcela”. Juan José Hernández Arregui al salir de la prisión en 1962La opinión pública es una de las caras del poder social. La estabilidad misma del Estado depende de ella. De acuerdo a lo que el Estado representa frente a las relaciones de poder, así será la propaganda periodística, radial o cinematográfica”[1]. Juan José Hernández Arregui

“En los países coloniales las grandes palabras deben entenderse al revés. Es la “democracia” y la “libertad” de la oligarquía, que a través de La Nación pone ante sí, en el mencionado editorial, la imagen de la “patria grande” contra las “patrias chicas”. Es la patria de Caseros. Y sobre todo de Pavón. Que ganó Mitre[2].
Juan José Hernández Arregui


“El silencio de los intelectuales se llama traición al país (…) En un país colonizado la labor del escritor es militancia política[3]. Juan José Hernández Arregui

“Me bastaría conservar dos o tres libros. Entre las plumas argentinas, los de Scalabrini Ortiz, la fundamental Caída de Rosas de Pepe Rosa, y este último que Hernández Arregui acaba de enviarme sobre el ser nacional”[4]. Juan Domingo Perón

En el Cuaderno vamos a mencionar la opinión del filósofo argentino Juan José Hernández Arregui (1912-74), acerca del rol cumplido por el periodismo en el país. En particular, nos interesa recuperar su visión de la relación entre el desarrollo nacional y el periodismo.

Cabe destacar, que Arregui fue protagonista de una importante tarea periodística[5] a partir de la cual, se organizaron sus opiniones sobre el particular.

Previamente a recuperar su análisis del periodismo, vamos a referirnos a las definiciones de nación y de conciencia nacional del autor. 

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I- La conciencia nacional
“La conciencia nacional de los pueblos jóvenes no es colonizadora sino reflejo defensivo provocado por el imperialismo (…) La conciencia nacional es la lucha del pueblo argentino por su liberación[6].
Juan José Hernández Arregui

La obra de Hernández Arregui está centrada en la crítica cultural y política. En particular, su preocupación se refiere al tema de la nación y de la formación de la conciencia nacional. Ésta última definición y en su opinión, tiene connotaciones claramente políticas y se refiere a la capacidad de autodeterminación de los pueblos en el marco de la geopolítica mundial. En sus palabras: “Ante esa democracia embustera, disoluta, irrealizable, se yergue el nacionalismo como un derecho de los pueblos en la común voluntad de defenderse frente a otras naciones más fuertes y en la decisión multitudinaria de edificar el Estado soberano, entendiendo como tal, la manumisión de todo poder exterior. Y esto no se logrará por conductos “democráticos” sino mediante una Revolución Nacional que ordene a todas las instituciones dentro del Estado – Nación autárquico[7].

La nación se realiza por intermedio de la afirmación del derecho a la autodeterminación política de las organizaciones libres del pueblo y los Estados. Dicha enunciación, implica el enfrentamiento a los intereses de las potencias y por eso, la conciencia nacional encarna un contenido claramente antiimperialista: “Y si el “ser nacional”, ahora despojado de sus velos abstractos, es afirmación y no negación, simultáneamente es conciencia antiimperialista, voluntad de construir una nación (…) En este plano de la consideración histórica del asunto, el “ser nacional”, desmontado de su cáscara ideal, no es otra cosa que el enfrentamiento de la América Latina con Inglaterra y Estados Unidos, la conciencia revolucionaria de las masas frente a la cuestión nacional e iberoamericana”[8].
En opinión del Hernández Arregui, para fundar la nación las organizaciones libres del pueblo  tenían que consolidar cuatro elementos fundamentales. Ellos eran la independencia económica, la conciencia histórica, la soberanía científica y tecnológica y la unidad iberoamericana.

La independencia económica

“Una nación que acepta la teoría librecambista de otra no es una nación, pues está favoreciendo, al desguarnecer su propio mercado, a la industria extranjera, y en consecuencia, frenando su propio desarrollo industrial, base de toda independencia nacional”[9]. Juan José Hernández Arregui

En la visión de Arregui, una nación no se organizaba de manera soberana sin alcanzar la independencia económica. Para alcanzar ésta última condición, el país tenía que industrializarse. El autor se refirió a ello cuando sostuvo que “Sin industrialización no hay independencia económica base de la soberanía nacional. Y sin soberanía nacional no hay autonomía cultural. Tal tarea sólo puede cumplirla el Estado Nacional” (…) Toda industrialización es un intento consciente del país que ejecuta para alcanzar la plena soberanía[10].

La independencia económica se iba a alcanzar siempre y cuando, los Estados de Iberoamérica articularan las acciones de manera mancomunada detrás del objetivo en común y “La nacionalización de la economía no basta mientras se produzca en países aislados. Esta tarea debe combinarse entonces con la unificación aduanera, política y cultural de todo el continente. Y sólo de esta unión material puede tornarse homogénea la Cultura de América Latina[11].

La conciencia histórica

“Cuando un pueblo ha alcanzado tan alto grado de su conciencia histórica, podrán discutirse los plazos que la misión histórica demanda, no puede dudarse que la edificación de la nación argentina, la Confederación Iberoamericana, la liberación nacional y la construcción del socialismo están en nuestras manos. Sólo el hombre es capaz de mirar lejos, sólo el hombre es capaz de lograr lo grandioso”[12]. J. J. Hernández Arregui

Arregui entiende que los actores sociales desenvuelven su práctica política, a partir de sus concepciones culturales e ideológicas previas. En este marco, la disputa por la interpretación de la historia de las luchas populares, formaba parte de la construcción de la conciencia nacional “Y como la historiografía en letras de molde es siempre la de una clase social – en el caso argentino de la oligarquía terrateniente -, la revisión de la historia es de vital relevancia en su articulación con la liberación nacional. O lo que es lo mismo, en su conexión intrínseca con las masas argentinas. Ya que sólo una revisión de la historia que muestre el meollo, la esencia de clase de esa historia oficial, puede darle al pensamiento nacional un instrumento crítico de primer orden para elevarse racionalmente a la conciencia histórica del papel de las masas como protagonistas de la historia (…) A la historia oficial de la oligarquía hay que oponerle la revisión revolucionaria que desvista el contenido clasista de esa fábula canonizada de nuestro pasado[13].

Soberanía cultural y científica

“El capitalismo monopólico, es acompañado, como la sombra al cuerpo, por el imperialismo cultural. Los medios de producción – la tecnología en su conjunto- pertenecen a una exigua pero minoría de grandes empresas[14]. Juan José Hernández Arregui

En la medida que la nación se industrializaba, las demandas hacia el sistema científico tenían que actualizarse. Frente a dicho desafío y por el contrario, las potencias promovían el subdesarrollo tecnológico del país. En ese marco, se había consolidado una ciencia dependiente y atrasada, concentrada en pocos monopolios y tendiente a perpetuar el esquema del sistema económico agroexportador. En sus palabras: “El atraso científico, desde el punto de vista de la investigación, debe explicarse no como una incapacidad de los argentinos para la ciencia, sino como el remate cultural de una oligarquía colocada encima de las masas y adversa por destino sociológico a la Cultura del pueblo (…) De este modo, el conocimiento científico impartido en la Universidad liberal con criterio escolástico en el estricto sentido del término se imponía a millares de argentinos (…) la imagen de una argentina ganadera servida por una tecnología limitada convenía a las naciones extranjeras inversoras de capital (…) El país ganadero no necesitaba de la ciencia, pues la filosofía del monocultivo rechaza por definición el despliegue del espíritu colectivo” [15].

Los instrumentos aptos para alcanzar el desarrollo tecnológico y la industrialización, eran cercenados a los argentinos y en particular, a los sectores populares. En este cuadro, la emancipación política del país tenía que conducir a la refundación del sistema científico y “La ley del cambio cultural y de movilidad de las culturas responde al avance o estancamiento tecnológico, con lo que la entrada de las masas a la civilización depende de las técnicas aplicadas a sus necesidades sociales, lo cual exige una revolución que transforme las relaciones de la economía nacional”[16].

La unidad Iberoamericana

“En definitiva, nuestra Cultura, es de raíz hispánica pero la construcción de nuestro destino es americana”[17]. Juan José Hernández Arregui

Arregui a lo largo de sus libros mostró la fuerte ligazón existente entre los diversos procesos políticos emancipadores del continente. En ésta línea, reconstruyó las similitudes culturales expresadas en la lengua, la literatura o la pintura, entre los Estados y los pueblos. Por historia y por cultura en común, teníamos fuertes lazos de unidad continentales. Además y cuestión fundamental, Hernández Arregui remarcó el hecho de que todos los Estados, gobiernos y pueblos,  teníamos un mismo enemigo imperialista. Frente a ello, consideró que la unidad de Iberoamérica era el elemento central para alcanzar la nacionalidad plena del país.  En dicha línea, estableció que “América Hispánica es una Cultura. Sólo falta saber si la conciencia de su destino futuro – es decir, la capacidad de trascender fuera de sí – está también presente (…) La fuerza del continente ha sido su unidad espiritual en medio del formidable desplazamiento del equilibrio mundial de la era imperialista. Pero esa defensa no ha sido suficiente. Hoy, en otra etapa histórica, debemos concebir nuestro destino en términos de política intercontinental[18].

II- El periodismo y la conciencia nacional

“El editorial de La Nación no es anecdótico. Es un documento histórico, pues el periodismo es también fuente historiográfica[19]. Juan José Hernández Arregui

Arregui estudió el rol del periodismo en relación a la conciencia nacional. La prensa en un país dependiente, se tornaba un instrumento neocolonial al servicio del imperialismo, cumpliendo la función de impedir la formación de la conciencia nacional. Con esa finalidad, el periodismo enfrentaba la posibilidad de que se consoliden los cuatro aspectos fundamentales de la nación mencionados en el punto anterior.

A continuación, vamos a mencionar algunos de los aspectos de dicho punto de vista.

El periodismo y la extranjerización del país

El periodismo en manos de los monopolios foráneos o de la oligarquía interna, tienen como objetivo fundamental contribuir a las transferencia de nuestro patrimonio al extranjero, ya que y por tomar un ejemplo, “La CADE, como lo ha señalado José Luis Torres, controlaba la Editorial Sudamericana, de la cual era accionista Victoria Ocampo, que a su vez, surtía de intelectuales a La Prensa y La Nación (…) Desacreditar y aislar todo pensamiento argentino era la misión combinada de la prensa, la radio, el cine, al servicio de los centros organizados del poder mundial”[20].

El periodismo, la libertad de prensa y la libertad de empresa

El hecho de que el periodismo sea una empresa comercial, imposibilitaba el pleno ejercicio del supuesto de la libertad de prensa. En realidad, Arregui entendía que los dueños de medios definían las líneas editoriales ya que “No pueden hablar de libertad aquellos que dependen de diarios, revistas, cátedras, pagadas directa o indirectamente por el colonialismo, y por ende, controlados por la censura oficial”[21].

El periodismo y el neocolonialismo cultural

 “La propaganda es la segunda naturaleza del colonizado armado por las vías entrelazadas del cine, la T.V., la radio, los avisos comerciales, etc. En las colonias, la realidad social está maquillada. Se imita a las metrópolis productoras de venenos subculturales, tanto como de artículos de mercado, se calcan las modas extranjeras, se leen autores extranjeros[22]. Juan José Hernández Arregui

“Ahora, en el siglo XX, como la pedagogía también progresa, nos mandan sus historietas en colores, series embrutecedoras de TV, y al gran maestro de los niños James Bond[23]. J. J. Hernández Arregui

Tal cual se lee en el epígrafe, el autor entiende que el aparato de prensa era utilizado por las dirigencias de las potencias, para perpetuar su dominio sobre los Estados dependientes. Con dicha finalidad, los medios periodísticos eran instrumentados para promover sus modelos culturales. 

A lo largo de su obra, Arregui muestra como la organización y la distribución de la cultura, eran controlados por los representantes de las potencias y en sus palabras “Las metrópolis que centralizan y controlan mundialmente los medios de difusión cultural masiva apuntan con especial e insistente coordinación a esta congelación mental de las capas intelectuales de los países atrasados”. Dicho manejo centralizado de los medios, les permitía difundir concepciones negadoras de nuestra condición cultural y en sus palabras “Al mismo tiempo se incentiva el sentimiento de que la Argentina pertenece a Europa y no a Iberoamérica”[24]. 

El periodismo y la participación del pueblo en política

La prensa en manos de la oligarquía era un instrumento para enfrentar a las organizaciones libres del pueblo. En este sentido, Arregui menciona que frente a la aparición de los sectores populares, el diario La Nación pierde la cabeza. Un estremecimiento de horror sagrado recorre las páginas del elefante culto (…) El odio al pasado se mantiene encendido en el presente. La oligarquía portuaria sigue viendo en las provincia la imagen de la barbarie”[25].

En ésta misma línea, sostiene que “Toda la prensa de Buenos Aires – la gran prensa – está hoy contra el pueblo. Esta prensa, poderosa, “democrática” y ruin, tiene por objeto enviciar la verdad, despistar la opinión pública, denigrar a las masas. Lo mismo aconteció en el pasado (…) La historia de Mitre tiene su tribuna perpetua en un diario de Buenos Aires: La Nación, dirigido por sus herederos vitalicios. Este diario es el portador de los intereses y la mentalidad política de la clase ganadera argentina y sus foráneos. El lenguaje del gran rotativo es magistral, esmerilado, monjeril, ultrapúdico. Es el gorro frigio colonial de la civilización de Occidente, el altar de la cultura europea, el ideal democrático, tal cual lo entiende la oligarquía, en toda su virginidad rota”[26].

El periodismo y la literatura  
En su obra Imperialismo y Cultura, Arregui desarrolla una tarea de crítica y de reflexión sobre un conjunto de autores e instituciones del campo de la literatura. En este marco, trabaja la hipótesis de que el periodismo concentrado tiene como tarea fundamental, la de construir gustos literarios y rescatar u ocultar intelectuales, atendiendo su comportamiento y su ubicación política. Lejos de cualquier autonomía o juicio objetivo, el periodismo y las instituciones culturales de la oligarquía, tenían como función enfrentar a los escritores e intelectuales comprometidos con procesos políticos nacionalistas y populares. En sus palabras: “La Revista Sur, como el mitológico Jano, tiene dos caras. A.S.C.U.A. – Asociación Cultural Argentina para la Defensa y la Superación de Mayo – es el “otro rostro” de la Revista Sur. Ambos grupos, integrados por los mismos intelectuales, productores y distribuidores de ideas, ejercen un verdadero monopolio literario. A.S.C.U.A. es la faz contable de la literatura pura. (…) El ideal de Mayo, aunque abstracto, era progresista. En tanto sus herederos son reaccionarios aunque se tilde de progresista. (…) Los intelectuales de A.S.C.U.A.  son reaccionarios contra el pueblo[27].

El periodismo y los sectores medios
Hernández Arregui menciona el comportamiento de los sectores medios en el proceso de formación de la conciencia nacional. Desde su punto de vista, “La clase media (…) ubicada en el centro de las relaciones sociológicas de tensión, oscila indecisa entre el conservadurismo político y un reformismo de base ética. Si alguna vez aparece radical en política, esta actitud individualista no dura más que los ciclos de perturbación económica que lo originan. Pero al mismo tiempo, los sectores menos favorecidos de la pequeño – burguesía, amenazados de pauperización real, se incorporan a la lucha del proletariado”[28].

Dicho posicionamiento ambivalente de los sectores medios, era explotado por el periodismo al servicio del neocolonialismo, ya que “la propaganda del imperialismo apunta particularmente a aquellas clases sociales que temen al cambio”[29].están incorporadas al margen de mi voluntad, al proceso ideológico de la liberación nacional. Y a las ideas, señor, no se las encarcela”. Juan José Hernández Arregui al salir de la prisión en 1962

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Bibliografía citada
Hernández Arregui, Juan José (1957). Imperialismo y Cultura, Ed. Amerindia, Buenos Aires.

   (2004 - b). La Formación de la Conciencia nacional, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires. 

(2002). ¿Qué es el Ser nacional?. Ed. Catálogos, Buenos Aires.

(2004).  Nacionalismo y Liberación. Ed. Peña Lillo, Buenos Aires.

(1972). Peronismo y Socialismo. Ed. Hachea, Buenos Aires.

Galasso, Norberto (1986). Juan José Hernández Arregui, del peronismo al socialismo. Ed. Del Pensamiento Nacional, Buenos Aires.

Iñiguez  Piñeiro, Carlos  (2007). Hernández Arregui Intelectual peronista. Pensar el Nacionalismo Popular desde el marxismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires.

Recalde, Aritz (2010) Hernández Arregui y la sociología Argentina, Ed. CEHA, La Plata.



[1] J. J. Hernández Arregui (1957). Imperialismo y Cultura, Ed. Amerindia, Buenos Aires. P. 270.
[2] J. J. Hernández Arregui  (2004).  Nacionalismo y Liberación. Ed. Peña Lillo, Buenos Aires. P 119
[3] J. J. Hernández Arregui (1972). Peronismo y Socialismo. Ed. Hachea, Buenos Aires. Pp. 162 y 164.
[4] La mención de Juan Perón es del año 1973 y se refería al libro de Arregui ¿Qué es el ser nacional?. La cita fue extraída de Piñeiro Iñiguez (2007). Hernández Arregui Intelectual peronista. Pensar el Nacionalismo Popular desde el marxismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires. P 222.
[5] Hernández Arregui desarrolló una importante tarea en el periodismo gráfico y en menor medida en radio. En el año 1935 los diarios La Nación y La Vanguardia realizaron comentarios a su libro de relatos Siete notas extrañas. Arregui se inicia en la radiodifusión en Córdoba en el año 1943. Durante 1951, produce un programa en la Radio del Estado de la provincia de Buenos Aires denominado Vida Artística, en donde comenta cuestiones de literatura, de psicología y de filosofía. Su participación en la prensa gráfica se vinculó a los siguientes periódicos y semanarios: Nueva Generación (1940); Debate (1940 - 41); Intransigencia (1944-45); El 45 (1955-56); Qué paso en siete días (1958); Santo y Seña (1959);  El Popular (1960); Soluciones (1960); La Montonera (1962); entrevista en Primera Plana (1972); Peronismo y socialismo (1973) - luego se denominó Peronismo y Liberación-. Los datos fueron extraídos de Norberto Galasso (1986) y de Carlos Piñeiro Iñiguez (2007).
[6] J. J. Hernández Arregui  (2004 - b). La Formación de la Conciencia nacional, Ed. Peña Lillo, Buenos Aires. Pp. 41 y 43.
[7] J. J. Hernández Arregui  (2004).  P 253.
[8] J. J. Hernández Arregui  (2002). ¿Qué es el Ser nacional?. Ed. Catálogos, Buenos Aires. P 29.
[9]   J. J. Hernández Arregui  (2004).  P 64.
[10] J. J. Hernández Arregui (1957).  P 326.
[11]  J. J. Hernández Arregui (1957).  P 328.
[12]  J. J. Hernández Arregui (1972). 268.
[13] J. J. Hernández Arregui  (2004).  P 15.
[14] J. J. Hernández Arregui (1972). P 32.
[15] J. J. Hernández Arregui  (2004 - b). Pp. 73 y 75.
[16] J. J. Hernández Arregui  (2002). P 170.
[17] J. J. Hernández Arregui (1957).  P 329.
[18] J. J. Hernández Arregui (1957).  P 330.
[19] J. J. Hernández Arregui  (2004). P 119.
[20] J. J. Hernández Arregui  (2004 - b). p 219.
[21] J. J. Hernández Arregui (1972).  P 162.
[22] J. J. Hernández Arregui (1972).  P 13.
[23] J. J. Hernández Arregui  (2004). P 117.
[24] J. J. Hernández Arregui  (2004). P 140.
[25] J. J. Hernández Arregui  (2004). P 116.
[26] J. J. Hernández Arregui  (2004). p 115.
[27] J. J. Hernández Arregui  (1957).  P 262.
[28] J. J. Hernández Arregui (1957).  P 274.
[29] J. J. Hernández Arregui (1957).  271.

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